Decidí no hacer un post sobre
propósitos para el 2014 por dos razones básicamente; la primera porque las
intenciones no valen, prometer hacer ejercicio, aprender un idioma o leer más
libros pierden todo su peso cuando no hay una acción concreta que lleve a su
fin, y la segunda porque el remordimiento es el peor (a mi manera de ver)
sentimiento que un ser humano pueda tener y no quiero lamentarme el 31 de diciembre de 2014.
Los expertos señalan que gran
parte de los objetivos trazados al final de año no se cumplen porque son “inalcanzables, no despiertan pasión o en el fondo no se perciben como vitales” en este sentido
como dice el viejo adagio popular o frase celebre (no se quien la escribió) “Una onza de acción vale más que una tonelada
de teoría”.
En este sentido no hay que querer
hacer algo, hay que empezar ese algo, que no se nos pegue lo de muchos gobernantes
que celebran las primeras piedras (del hospital, la escuela, etc) hay que
celebrar la última piedra y destapar la “champaña” por los logros alcanzados.
A toda mi familia, amig@s, contradictores
y hasta los que me dejaron de seguir en Twitter o me eliminaron de su Facebook
les deseo un feliz año, que la salud los acompañe todo el 2014 y la abundancia
esté en su diario vivir todo el año.
Un fraternal abrazo…
Nelson Molano