Cuando estaba estudiando mi carrera de comunicación social admiraba a aquellos profesores que nos referenciaban lecturas interesantes, recuerdo con agrado a un profesor que cada ochos días llegaba con unas fotocopias y con alarde decía que habían sido tomadas de uno de los tantos libros que había adquirido en sus viajes por el mundo, era tal mi fascinación por estos documentos que conservé muchas fotocopias creyendo siempre que conserva todo un tesoro.
Estas fotocopias no solo me traían gratos recuerdos de mi Universidad, también traían a mi memoria a Magolita, una viejita que disfrutaba cuando llevábamos los paquetes para reproducir, ella sonreía porque sabía que ahí estaba su sustento diario y yo porque ahí estaba las llaves del conocimiento.
Hace unos días me puse a revisar ese tesoro que por años había conservado, con sorpresa me encontré con fotocopias que me habían acompañado soportando golpes, cambios de casa, exclusiones, en fin… todo tipo de maltratos, las volví a revisar una por una y deseche muy a mi pesar muchas de ellas, algunas porque estaban demasiado maltratadas y otras porque a mi modo de ver habían perdido vigencia comparado con los tiempos en los que estamos asistiendo.
Sin embargo, y luego de haber hecho una selectiva selección me pregunté: Valdría la pena seguirlas conservándolas? No encontré una respuesta inmediata, por lo que las guarde nuevamente en el oscuro deposito, hasta que me encontré con Mega-pdf un sitio web que contiene 379 millones de libros gratuitos en PDF, si 379 millones, una cifra bárbara, no sé cuantas reencarnaciones tendría que vivir para leer toda esa información.
Este sitio, según el portal www.hatsnew.com “no guarda toda esa cantidad de libros en sus servidores… sólo usa el buscador de Google para devolver millones de libros filtrados por extensión” exploré el sitio y vaya sorpresa algunas de las fotocopias que conservaba estaban digitalizadas en dicho buscador, ese episodio le dio la estocada final a las fotocopias que terminaron en una cooperativa en donde intercambian ese papel por productos de aseo, tanto conocimiento terminó en un depósito de reciclaje. (Qué pensará mi profesor si supiera en donde terminaron sus fotocopias?).
Sin duda, esta era a la que estamos asistiendo ha definido nuevas formas de adquirir el conocimiento, celebro que exista este tipo de recursos no sólo porque contribuye con la democratización de la información sino porque con el menos arboles se talaran para producir papel para fotocopias, aunque lamento que estos sitios acaben trabajos como el de Magolita, lo cierto es que desde ahora antes de reproducir cualquier documento lo buscaré primero en mega-pdf.com